¿Te has preguntado qué caracteriza a la traducción audiovisual y qué es lo que la hace distinguirse del resto de especialidades?
Los contenidos audiovisuales forman parte de nuestra vida diaria, pero suelen pasar desapercibidos. Estamos tan acostumbrados a ver publicidad, vídeos musicales, películas, series, y más, que nos olvidamos que, con frecuencia, este contenido se ha generado en otro idioma. Nos olvidamos que, detrás de este trasvase lingüístico, se encuentra la figura del traductor.
¿Qué es la traducción audiovisual (TAV)?
La traducción audiovisual es una modalidad de traducción intersemiótica que transforma contenidos que aportan información a través de dos canales distintos y simultáneos: el canal auditivo y el código visual. Los textos que se generan coexisten con la imagen y son inseparables.
La TAV no es solo una traducción, sino también una adaptación al público de destino que en la mayoría de los casos tiene un contexto cultural diferente. La complejidad de esta modalidad de traducción, además de las dificultades que se nos pueden plantear, como el género del material audiovisual, los registros, las referencias culturales, el humor y los juegos de palabras, también depende de la sincronía entre la información verbal y no verbal. Por ejemplo, en el doblaje, la traducción realizada debe adaptarse al movimiento de los labios del locutor, y en los subtítulos, la traducción debe adaptarse a la velocidad de lectura y al reducido espacio en la pantalla.
Es importante mencionar que la traducción audiovisual se emplea, principalmente, en doblaje, subtitulación, audiodescripción, voces superpuestas e interpretación simultánea de textos audiovisuales.
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